Da vergüenza que en pleno siglo XXI en que luchamos por los derechos y la dignidad de los animales, a series como Aída se les permita reproducir escenas tan brutales y degradantes como la del capítulo El digusto del gay, en que Luisma (un personaje con tan poco cerebro como los productores y guionistas de la serie) lanza por la ventana a un gato, que es atropellado salvajemente. Y no conformes con esto en la escena siguiente le sacan ensangrentado, riéndose de él como una marioneta.
La pena es que las Protectoras de Animales, desbordadas, no tengan tiempo para denunciar a estos asquerosos malnacidos, que hacen burla de todas las desgracias y fomentan la agresividad y la delincuencia de esta sociedad infecta por series tan burdas como esta.
Sólo les deseo que les ocurra algo semejante o mucho peor a todos los productores, directores, actores, guionistas y telespectadores que alaban y permiten escenas como ésta.